Queridos camaradas monstruosos, la Guía Gansa de Garitos necesita movimiento y acción. Me parece mentira que gente tan amante de la vida parrandera y disipada, buscadora incansable de placeres sensuales y paraísos artificiales y engullidora sin medida de cañas, tapas, litracos y cubalibres como nosotros, no tengamos ya una Guía Gansa de Garitos más gorda que el Libro de Petete. Es cierto que el cine, los libros, la pintura, las filosofías y debates, elevan nuestro espíritu por encima del mundanal ruido de publicidades y consumos desaforados e irracionales, pero no os equivoqueís, lo que de verdad nos hace gozar como animalicos es el vicio del bebercio y el fumeteo, esos placeres vitales que abren nuestros sentidos y nuestras mentes para llevarnos a nuevas dimensiones, y que revueltos con los otros vicios artísticos y las ideas que compartimos en placentera armonía, rompen cadenas mentales, provocan arrebatos visionarios y sueltan nuestra lengua en busca de teorías y acciones para salvar el maltrecho mundo que nos rodea aunque sea solo por el corto instante que dura una caña en nuestras bocas. . . Por todo ello proclamo con solemnidad que los farandurelos y bohemios, ya sean verdaderos o aficionados, los artistillas multidisciplinares, los noctámbulos errantes y los filósofos del botellín, necesitan sin remedio de garitos y tabernas donde encontrarse con los amigos, liberar tensiones diarias, relajar el cuerpo e intercambiar flujos mentales y corporales con semejantes y diferentes, que de todo se aprende. . . Por eso espero que nadie ponga en duda que nuestro deambular garitero debe continuar y ampliarse hasta que nuestros maltrechos cuerpos aguanten. Así que ahora buscaremos un nuevo destino donde parar un rato y echar unas rondas bien a gusto.
Pues ya veis, estamos en mitad del verano manchego, cae la tarde y mis zapatillas que ya se saben el camino de memoria me llevan hacia nuestro próximo destino. . . el Porche Bar.
El Porche Bar es un garito manzagato situado en la calle San Francisco de Asis, 58. Si venís de fuera y con el GPS algo averiado no tendreís perdida si preguntaís por el cuartel de la Guardia Civil, pero tened cuidado y no os confundais de puerta y la vayaís a liar. Abierto todos los días excepto los lunes en horario de tarde y noche (también ha tenido épocas de apertura en horario de cañas los fines de semana, aunque ahora no sé si se mantiene), el Porche nos asegura ratos inolvidables de liberación y diversión después de todas las "penaeras" diarias de curros, parientas, novios, crisis económicas y demás movidas. Todo esto se queda aparcado en su entrada porque una vez dentro es imposible no reir, no pasarlo bien, o al menos no desconectar con "el mundo exterior".
El Porche en Manzanares es un bar histórico. Más de veinte años de vida le contemplan, lo cual en la vida garitera no es broma. El Porche ha visto pasar a varias generaciones de jóvenes que han ido creciendo junto al bar a base de birra y futbolines. No exagero si digo que son bastante los que se han criado como adolescentes y jóvenes apoyados en su barra y han pasado allí más tiempo que en sus casas. Muchos de estos pioneros del Porche siguen por ahí, más veteranos y curtidos en mil batallas. Algunos se lo toman con más tranquilidad y vienen con sus hijos, que algún día serán el relevo que ocupen nuestros taburetes en la barra. Otros siguen al píe del cañón, más viejos pero igual de borrachos y de fiesteros que antaño. Y otros ya tomaron hace tiempo su última birra y se marcharon para siempre, pero su recuerdo y andanzas siguen estando presentes entre los colegas que vivieron aquellos ochenta manzagatos que por lo visto también tuvieron su miga. Pero no os confundaís, el Porche no es un bar de nostalgías y de carcas, porque su espíritu de libertad y fiesta va pasando de generación en generación y nuevas pandillas jóvenes van renovando su clientela variopinta.
Pero ¿cuál es el secreto de esa longevidad y ese éxito que traspasa las fronteras del espacio y el tiempo? En estos tiempos en los que la mayoría de bares, pubs y discos buscan el éxito rápido recurriendo a tácticas como decoraciones "modernillas-fashion", fiestas promocioles de bebidas, músicas de moda estilo "es-lo-que-la-gente-pide", camareras buenorras que enseñan escote y tanga, horas felices a base de garrafones que desintegran hígados, ambientes exclusivos que marquen supuestas diferencias sociales y económicas, especialización en determinado sector de edad, el Porche Bar nos demuestra que todas estas estrategias son sólo el recurso de los que no se atreven a ser ellos mismos, de la falsa apariencia y de los que no paran de mirar con recelo al resto. En el fondo son escusas para hacer escaparates sin alma y convertirnos en meros consumidores del negocio hostelero. El verdadero y único secreto del Porche no es otro que el de su jefe, dueño, camarero, maestro de ceremonias, pinchadiscos, colega, comentarista deportivo, actor de "performances", gurú y artista en todos los sentidos... el Yanko. El Porche es el perfecto ejemplo de como una persona con su trabajo, su sencillez y su simpatía puede atraer gente y juntarla en su local sin grandes pretensiones, promociones e inversiones, simplemente trabajando todos los días y siendo él mismo, ofreciendo a la gente cosas sencillas pero muy básicas como una cerveza bien fría, una tapilla, un patio fresquito en verano, una estufa en invierno y unas palabras que siempre acaban en risas. Lo demás en el fondo es superfluo y por desgracia cada vez se extiende más la gente y los locales que te ofrecen pijadas y olvidan lo principal. El Yanko, creo que casi sin darse cuenta, simplemente porque le ha salido así, ha creado un universo propio en su garito, más allá de modas, apariencias y moralinas. Un universo en el que él es la estrella que siempre está dispuesta a compartir su simpatía y su alegría con la gente que viene a su bar. Yo todavía no he visto en estos años al Yanko serio o de mal rollo, y supongo que habrá tenido días chungos en los que preferiría no estar detrás de la barra, pero ahí estaba, está y estará, siempre con una sonrisa y una jarra preparada, eso es un profesional. . . y un colega. Cuando he tratado de explicar a gente de fuera cómo es el Porche, cómo me siento allí, me he dado cuenta que las palabras se quedan cortas y siempre acabo diciendo un "tienes que verlo". Explicarle a alguien que existe un garito en el que se mezclan cosas en apariencia tan contradictorias como el jevi y el punk "estatales" de los 80 con escudos del Real Madrid, partidos de fútbol en pantalla gigante "a toa hostia" con música de Los Suaves y La Polla en el descanso, partidas interminables de futbolín con terraza fresquita de verano, trofeos y copas ganadas con el sudor cervecero de los deportistas porcheros con fotos de la presencia en el garito del dios del bajo Steve Harris de los Iron Maiden, cálidos y alimenticios humos cannábicos con toreras y berenjenas picantes, litracos y terciacos sin límites con mareantes partidas de Tetris, vicio y parranda con arte de colegeo en las paredes del patio. . . explicar todo esto se convierte en tarea complicada y en acto de fé para quien lo escucha... pero no lo dudes, en el Porche vuestra fé puede hacerse realidad.
Sea invierno, verano o entretiempo el Porche sigue ahí dispuesto a aliviar la resequez de nuestras gargantas y la pereza de nuestra mente. Antro de libertad y de risas aseguradas, bareto de encuentro y conocimiento de gentes y personajes. No miento si os digo que hay gente de este pueblo a la que sólo conozco del Porche y sólo veo por allí (supongo que a ellos les pasará lo mismo conmigo). Un garito único, diferente, auténtico y para mí vital pues he pasado buenos cachos de mi vida allí, y por supuesto no apto para todos esos conversos de la modernidad y aspirantes a los lujos de saldo que el sistema les vende y que sólo se sienten a gusto rodeados de fachadas artificiales, engañosas y alienantes.
Me gusta ir al Porche a beberme una jarraca con limón, a fumarme un peta en el patio, a ver el fútbol y las olimpiadas si hace falta sólo porque sé que los comentarios deportivos del Yanko siempre merecen la pena, a estar a gusto con mis colegas pidiendo rondas y rondas mientras despotricamos del mundo y sus mandamases y elaboramos nuevas teorías que salven a la humanidad del apocalípsis. Y así, mientras se calienta el labio, el tiempo fluye y la mente vuela entre humos alucinantes, y si es necesario me quedo "pillao" mirando el mural del "punki sentado en la caja de Mahou junto al iglú que se lía un peta tranquilamente mientras una patrulla de terminators con mala hostia se acercan a por él". Pero es que así son las cosas, teniendo un sitio donde estar a gusto, unos tercios y una china y/o cogollo, las amenazas exteriores se llevan mejor y siempre encuentro la fuerza y las sustancias para seguir adelante. Luego sólo queda ir a hacer cuentas con el Yanko, despedirse con un buen choque de manos y volver al exterior con fuerzas renovadas para cambiar el mundo o al menos sobrevivir a tanto flipao y mala persona que hay por ahí fuera.
Yanko, muchas gracias por estar ahí. . . us, us, us, us!!
Nos vemos en el Porche.
miércoles, 6 de agosto de 2008
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4 COMENTARIOS:
Después de leer y releer tu artículo no me queda más que añadir que a ver cuando vamos a hincharnos a botellines y esa partidita de tetris!!! Creo que has concentrao en el artículo la esencia del bar perfectamente.
Chapeau ( o como se escriba, es decir, OLÉ)
¿Tetris? ¿Alguien ha dicho tetris?
No volveré a caer en la maldición de esa máquina del diablo. No, no, no.
Gato con bota, me ha hecho usted la boca agua y me está apeteciendo un tercio ahora mismo, bien fresquito...
Estupendo artículo.
Fui de los primeros clientes del PORCHE, cuando era un bar de viejunos jugando al domino y tubos de vino blanco. He visto pasar a toda una generación de jovenes, y solo puedo decir que es un oasis de libertad en estado puro. Yanko es un superviviente nato, buen tipo y al que nunca agradeceremos lo bastante su trabajo.
el porche ya tiene su palillaco. que lo disfrutemos por muchos años...us,us,us!!
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